El agua es
una sustancia imprescindible para la vida, hasta el punto de que cuando se
quiere demostrar su existencia se recurre a la búsqueda de esta molécula de características únicas.
Los asentamientos humanos se hicieron por el mismo motivo siguiendo sus cauces
y el pueblo de Tejina no fue una excepción. Uno de los primeros
heredamientos de agua de que se tiene constancia en Tenerife se le concedió al
portugués judeoconverso Asenjo Gómez el 10 de noviembre 1503. La descripción
que se hace de esta data de repartimiento “dos manaderos de agua, que son en
Tegueste, encima de una casa vuestra, al pie de
Terminada
la conquista de Tenerife, la primera visitación que hizo el Concejo a la comarca,
se llevó a cabo en 1542 en la entonces ermita de San Bartolomé. Establecían las
viejas ordenanzas (3) que cuando un pueblo distaba más de dos leguas
(aproximadamente 10 kilometros o dos horas de camino a buen ritmo) irían 2
regidores con la justicia al menos una vez al año cobrando tanto el regidor
como el escribano 200 maravedíes. A esta primera visitación asistieron los 10
notables de la comarca actuando de secretario Bartolomé Gómez de Tejina y de
presidente su suegro Diego Alvarez de Tegueste. Bartolomé Gómez, hijo de Asenjo
Gómez y nieto materno de Gonzalo Gonzales era una de las personas más
influyentes de la comarca, alguacil en 1538 cuando se nombra alcalde a su
suegro. Al menos otros dos tejineros estaban entre estos notables, su cuñado Domingos
Landín y su tío materno Juan González el herrero. Por ello la mayoría de
historiadores coinciden en considerar a Gonzalo González y su yerno Asenjo
Gómez como los auténticos fundadores de Tejina. El principal tema tratado en
esta visitación fue la contaminación del agua que provocaba Lope
Hernández y Francisco Ximénez de Tegueste (4) .Tres siglos antes de que Luis
Pasteur y Koch iniciasen la microbiología
médica y con ella tiraran por tierra la teoría de la generación espontánea, el enriado del lino, que se hacía
barranco arriba, se constituía en el primer problema para los vecinos ya que se
sabía alteraba gravemente la salud de las personas y el ganado. Se creía
entonces que la transmisión de la enfermedad se llevaba a cabo a través del
aire con la formación de los miasmas. Comentaba el boticario real D. Manuel Hernández de Gregorio (5)
a
finales del siglo XVIII que
No solamente
no conviene beber el agua de las balsas interin se macera el lino, sí que
también deben estas colocarse en parages que no puedan perjudicar á la salud
pública con las emanaciones que de ellas salen; pues ha demostrado la
esperiencia que producen calenturas intermitentes de mala especie. Ademas de
colocar dichas balsas en sitios opuestos al corriente de los vientos que
generalmente reinan en el pais, se cuidará establecerlas á distancias
proporcionadas unas de otras, evitando asi la reunión de los hálitos de todas,
y la infección general de la atmósfera, que podría perjudicar á los pueblos
vecinos. Lo mismo debe entenderse respecto de las balsas en que se macera el
cáñamo ú otro vegetal cualquiera.
En un
territorio recién conquistado las devastadoras epidemias provocaba que la
ausencia de enfermedades fuese el bien más preciado y la putrefacción del lino,
y la pestilencia consecuente en los estanques, una de las actividades más
controladas. En ese caso se decidió que en lo sucesivo dicha actividad sólo
pudiese efectuarse en el barranco de Nuestra Señora de los Dolores, otras veces
llamado del Hospital de la
Misericordia (Tejina) y en de los Velasco (barranco del Pico)
y se elaboraron ordenanzas tendentes a proteger la acequia de Tejina y a actuar
como Alcalde de Aguas. Con toda probabilidad la denominación del enriadero de
Milán con su cruz característica son vestigios que han quedado de tal
actuación. No es de extrañar que los cursos de agua sobre los que se
estaba constituyendo Tejina adquiriesen nombres característicos como el
barranco de Ntra. Sra. De los Dolores o de San Sebastián, el mismo nombre de
los dos hospitales de la isla que también se encontraban barranco arriba, en la Ciudad de San Cristóbal.
La ausencia
de pozos que impedían que bajara el nivel freático hasta los niveles
actuales provocaba que la visión que entonces se tenía del paisaje en relación
a los acuíferos naturales fuese diferente del actual. Según Pereira y
Pacheco en el pueblo existían otras fuentes como las de Milán, barranco abajo o
el de Arico que le servía a Gregorio Suárez para plantar nopales y la
obtención de cochinilla en su mejor época, o en el barranco Perdomo que también
fue origen de los primero repartimientos de agua y tierras, sobre todo entre
portugueses y de las islas orientales. Asenjo Gómez, padre de Bartolomé,
hábilmente empleó sus conocimientos de su tierra originaria para dedicarse al
cultivo de la vid en regadío (6). A diferencia de lo que ocurría en Andalucía o
Castilla los portugueses estaban más acostumbrados al cultivo en la ribera del
río. Para su cultivo se requerían acequias que se hacían de madera como las de
la isla portuguesa que lleva su nombre, la actual Madeira. Si bien las
primeras se extraían de los montes más cercanos, empleándose sobre todo el
Barbusano, rápidamente su consumo necesitó ser regulado importándose la
tea del pino canario. Las heredades de viñas podían disponer de otras
instalaciones relacionadas con el agua como las aceñas (molinos de agua).
Aunque su función estaba orientada a la molienda de cereales los viñateros que
tomaban a renta estas heredades se veían obligados a atenderlos. Una muestra de
estas aceñas la podemos contemplar hoy en día en el característico cubo de vaso
en la ladera de la
Tejinetilla que fabricado de argamasa y cantería
y de forma troncocónica servía para dar altura al agua. A través de una
salida estrecha o bocín el agua salía a suficiente velocidad para golpeando las
cucharas o alabes hacía girar las ruedas y el eje que acoplado a la piedra o
muela superior trituraba el grano (7)
La
antigüedad de estos heredamientos esta documentalmente contrastada, como de
igual forma lo está la figura necesaria para mantener la regulación y el buen
uso de los mismos a través del Alcalde de Aguas como consta requiere mantener
Juan Estévez frente al Cabildo en virtud a una provisión de una Real Audiencia
de Gran Canaria el 18 de julio de 1567. Las disputas por invasión de
competencias entre
BIBLIOGRAFIA
1.-AMLL, Datas, OI.1.XXXVI,doc36, pag.216.
2.-Pereira y Pacheco, A.: Muncipalidad de Texina, BMSCT, Ms, 56.
3.-Peraza de Ayala, J.:Las antiguas ordenazas de la Isla de Tenerife. , título JX.
4.-Baez Hernández, F.: La comarca de Tegueste (1497-1550). Un modelo de la organización del espacio a raiz de la conquista.
5.-Alonso Herrera, G.: Agricultura General, pag 185.
6.-Martínez Galindo, P.M.. La vid y el vino en Tenerife, pag 96.
7.- Gómez Gómez, M.A.: La industria del agua: molinos sierras y batanes. Actas de las I Jornadas “Prebendado Pacheco” de Investigación Histórica.
8.- Alcalde de Aguas. AMLL, P-XII-20.
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